El color gris de la esperanza by Pedro J. Martín

autor:Pedro J. Martín [Martín, Pedro J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T00:00:00+00:00

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La fina lluvia con la que comenzó aquel día de abril había conseguido que se detuviesen las obras en la villa. Aquel día la parroquia de la Concepción, la de San Pedro, así como numerosas obras de restauración que se llevaban a cabo en el pueblo, se habían visto interrumpidas por el aguacero. En la calle Bocas, saliendo de las paredes de una derruida casa, se escuchaba el ajetreo incesante de unas obras que no habían cesado pese a la lluvia caída.

Diego y Andrés habían aprovechado el día que les había dado libre José para continuar con las obras de rehabilitación en la devastada casa de Antonio. A pesar de la inclemencia, ninguno de los dos amigos había dudado a la hora de aprovechar aquel día de descanso para adelantar los trabajos de restauración. Diego ya se veía nuevamente viviendo en el que hasta hace unos meses había sido su hogar, el mismo que lo vio nacer y crecer. En esa casa había vivido los mejores momentos de su vida. Ahí había sido feliz junto a sus padres y su hermano. Ahora las cosas habían cambiado. Su madre había abandonado este mundo de una forma precipitada, atrás había quedado su antiguo oficio de pescador y la relación con su progenitor se había enfriado, cada vez se veían y dialogaban menos. En cuanto a su hermano, el solo hecho de pensar en Juan le producía una amarga sensación de traición. No le perdonaba que les hubiese abandonado, que hubiese huido pensando solamente en sus intereses, en su futuro, sin importarle lo más mínimo las penalidades que pudiese pasar su familia en la villa. A eso había que añadirle el amor, o la pasión, que Diego sentía por la misma mujer que amaba su hermano. Cada noche recordaba el encuentro que ambos habían mantenido. Diego era consciente de que no había actuado de la mejor manera posible aquella noche de luna llena. El alcohol ingerido durante aquel día y la obsesión que sentía por Laura desde el mismo momento en el que la vio abrazándose a su hermano habían resultado ser una combinación peligrosa. Diego, a pesar del estado de embriaguez que llevaba aquella noche, era consciente de que Laura no se entregó a él como hubiese querido. Sabía que la forzó y que de no haber sido así ella nunca se hubiese entregado a él. Pero Diego no mostraba ningún arrepentimiento por lo sucedido. Los días habían pasado y no había vuelto a ver a Laura. La había estado buscando por la villa, incluso le había preguntado a Andrés por ella de una forma desinteresada. El hermano de ella siempre le contestaba con apatía, como si le importase poco o nada el estado en el que se encontrase su hermana pequeña. Diego sabía que Laura nunca le contaría nada a su padre y menos aún a su hermano. Aquel era un mundo de hombres en el que la mujer pintaba bien poco. Eran escasos los derechos que ellas poseían.

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